Dos visiones del mundo completamente opuestas han contrastado en Davos en la misma sala con pocos minutos de intervalo. Por un lado, el argentino Javier Milei, que llegó a decir que el mundo va camino del socialismo, que no existen los fallos del mercado y que el único cáncer de la economía es el Estado, la regulación y los impuestos. Y, por el otro lado, el español Pedro Sánchez, que habló justo después para decir lo contrario: para condenar la ideología neoliberal y reivindicar la socialdemocracia. Pero, sobre todo, para exigir a los empresarios que puedan sentirse atraídos por discursos como el de Milei que recuerden su obligación social y que se impliquen en la defensa de la democracia, con el objetivo de frenar la ola ultra que amenaza al mundo. Especialmente este año, en el que habrá 74 elecciones diferentes en todo el planeta, entre ellas, las de EE UU y las europeas. Sánchez fue muy claro al dirigirse a las empresas, en una sala llena de ejecutivos, donde algunos del Ibex 35 estaban en primera fila. “Ayúdennos a elevar el poder adquisitivo de los trabajadores, a frenar la emergencia climática, a reivindicar las normas internacionales y a defender la democracia y luchar contra la involución que representa la ola reaccionaria que recorre el mundo. En resumen: ayúdennos a dar a la gente una vida mejor”, les pidió.
“No nos traguemos los viejos postulados neoliberales que presentan al Estado como un ente puramente extractivo que no genera valor. O que afirman que la única responsabilidad de las empresas es aumentar los beneficios de sus accionistas. Se ha demostrado que estas ideas son erróneas, por la ciencia y la experiencia. Ustedes lo saben. Ustedes saben que las empresas necesitan a los gobiernos para innovar y crecer. Y que si las empresas no trabajan juntas, si no alinean sus intereses con los de la sociedad en su conjunto, no podremos superar los grandes retos de nuestro tiempo. Y esto repercutirá en sus empresas”, les espetó Sánchez a los empresarios, precisamente en Davos, que durante una semana se convierte en el corazón del capitalismo al que acuden las empresas más importantes del planeta. Es exactamente lo contrario de lo que dijo Milei, que animó a los empresarios a no avergonzarse de hacerse ricos, los llamó “héroes” y los invitó a protagonizar un combate “contra la casta de la política”, contra “los organismos internacionales dominados por ideas neomarxistas” y contra los Estados.
Al revés, Sánchez invitó a colaborar entre estados y empresas y a no dejarse llevar por las ideas neoliberales que los ven como enemigos. “Debemos trabajar juntos para construir una nueva prosperidad. Un nuevo triángulo virtuoso formado por el sector privado, el Estado y la sociedad civil que nos permita garantizar la prosperidad económica, aumentar el bienestar y la igualdad y asegurar la sostenibilidad medioambiental para todos y en todo el mundo”, sostuvo.
“Hemos aprendido por experiencia propia que existe un círculo virtuoso entre crecimiento y redistribución del crecimiento. Que la mejor forma de crecer, y la más resistente, es asegurándonos de que los beneficios del crecimiento llegan a toda la población, especialmente a los más vulnerables. España es un paraíso para las empresas que quieren enriquecerse generando valor real y pagando los impuestos que les corresponden”, prosiguió. Pero sobre todo, discutió la idea de la mano invisible del mercado, precisamente la que reivindicaba Milei, que llegó a decir que “no existe como tal el fallo de mercado”.
“Hoy, los españoles saben que las políticas neoliberales no funcionan. Que la opción de reducir el tamaño del sector público y dejar solos a los ciudadanos y a las pequeñas empresas cuando surgen los problemas no tiene sentido. Y que, cuando colaboramos y estamos juntos, somos más fuertes”, insistió Sánchez para rematar con una clara defensa de los trabajadores también ante los peligros de la inteligencia artificial, que según el presidente deben ser controlados: “Los que aprendimos a no creer en la mano invisible del mercado, no podemos profesar ahora una fe ciega en la mano invisible de la Inteligencia Artificial. La invisibilidad suele buscarse para hacer el mal, no el bien. Solo confío en las manos de carne y hueso. Las que levantan la persiana de un negocio cada mañana. Las que sostienen un libro en la escuela, hacen la cena por la noche para su familia o depositan un voto en la urna. Me importan esas manos, reales y visibles”.
“Debemos prestar más atención a las preocupaciones de nuestros trabajadores, nuestros jóvenes y nuestros mayores, y menos atención a las promesas vacías de algunos gurús de Silicon Valley, que están más interesados en ganar adeptos o escalar en la lista de millonarios de Forbes que en el verdadero progreso de la humanidad”, lanzó. Sánchez insiste en que él es un defensor de la innovación, y de hecho estos días se ha reunido precisamente con algunos de esos máximos responsables de empresas tecnológicas, algunos de ellos con sus sedes en Silicon Valley, para buscar inversiones en España. Pero cree que hay que controlar la inteligencia artificial para que no perjudique los intereses de los trabajadores, erosione la democracia y abra paso a las fake news.
Sigue toda la información de Economía y Negocios en Facebook y X, o en nuestra newsletter semanal
La agenda de Cinco Días
Las citas económicas más importantes del día, con las claves y el contexto para entender su alcance.
RECÍBELO EN TU CORREO
Suscríbete para seguir leyendo
Lee sin límites
_